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En Quito lo antiguo no pierde vigencia, encuentra la manera de adaptarse a los nuevos tiempos.

Posted in Restaurante, on 30 abril 2019, by , 0 Comments

El “Día del Trabajo” recuerda la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 por los obreros de Chicago, en los Estados Unidos, que demandaron una jornada diaria de 8 horas, y que fue una reivindicación inmediatamente acogida por el movimiento obrero de todo el país.

 La represión contra el movimiento huelguístico fue despiadada y los principales dirigentes fueron apresados. Una justicia reaccionaria concluyó con un vergonzante veredicto: condena a muerte para Spies, Engel, Schwab, Fielden, Fisher, Lingg y Parsons. El 11 de noviembre de 1887 se consumó el “crimen de Chicago”: en el patio de la prisión fueron ejecutados Spies, Parsons, Fisher y Engel. El dirigente Lingg hizo explotar una bomba en su celda antes de que lo ahorcaran. Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados. Y, por falta de “pruebas”, Schwab y Fielden fueron absueltos por otra pena: la de prisión perpetua.

 LA CUESTION SOCIAL

En 1889, como recuerdo de las luchas obreras y particularmente del movimiento huelguístico de Chicago, la Segunda Internacional Socialista proclamó al 1º. de Mayo como “Día Internacional del Trabajo” y asumió la reivindicación total de la jornada de 8 horas, que los capitalistas consideraron una declaración de guerra. A pesar de las represiones, la lucha obrera fue imponiéndose. Además, reformadores sociales, pensadores, intelectuales y políticos se unían a los trabajadores para denunciar la explotación capitalista como la causa de la miseria social y de la situación laboral.

 De este modo, y de manera progresiva, los gobiernos de los países capitalistas se vieron forzados a tomar, como asunto de Estado, la atención a las clases trabajadoras, a fin de solucionar la pesada herencia social de la pobreza, la miseria y la explotación. 

Conforme avanzó el siglo XX las condiciones de vida y trabajo de las clases trabajadoras fueron mejorando lentamente. En 1918 se generalizó en Europa la seguridad social. A partir de 1919 la jornada de 8 horas. Durante la crisis de los años 30 el “New Deal”, impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt, volcó la atención a los obreros y desempleados, con la seguridad social, aumentos salariales, protección a los sindicatos y otros beneficios. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se generalizaron en Europa los sistemas de economía social de mercado que trajeron enormes beneficios a los trabajadores con la seguridad social universal, la educación pública, las pensiones para trabajadores y jubilados, alzas salariales, participación de los trabajadores en la administración de las empresas, redistribución de la riqueza con fuertes impuestos a la renta, distribución de utilidades, así como afirmación de los derechos, garantías y protección a todo tipo de trabajadores. 

Pero resulta históricamente paradójico que en los Estados Unidos no se conmemore el 1 de mayo como el Día del Trabajo (su “Labor Day” es el primer lunes de septiembre) y que, en los tiempos actuales, varios países europeos hayan comenzado políticas de flexibilización laboral y reversión de las conquistas sociales, que poco tiempo atrás parecían situaciones ejemplares para el mundo.

 EL 1º. DE MAYO EN EL ECUADOR

Los primeros núcleos de clase obrera aparecen en Ecuador solo a fines del siglo XIX e inicios del XX. Pero su precaria situación recordaba a la de los trabajadores de los países capitalistas centrales. Y también en Ecuador comenzaron las luchas por mejorar salarios, reducir jornadas y conquistar derechos laborales mínimos.

 Con motivo del Centenario del Primer Grito de Independencia, el 10 de agosto de 1909 se realizó el Primer Congreso Obrero Ecuatoriano. En 1911, por iniciativa de la Asociación de Abastecedores del Mercado de Guayaquil, se conmemoró, por primera vez, el 1º. de Mayo, que los trabajadores ecuatorianos continuaron recordando en los siguientes años. El gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez, mediante decreto del 23 de abril de 1915, consagró “el Primero de Mayo de cada año, día feriado para los obreros del Ecuador”. Al año siguiente (1916) se decretó en el país la jornada de 8 horas, aunque fue sistemáticamente burlada.

 Hubo protestas, huelgas y reivindicaciones de la clase obrera ecuatoriana no solo para avanzar en la conquista de sus derechos, sino también para lograr el respeto y la generalización de la jornada de 8 horas. En Guayaquil, la huelga obrera convocada con estos propósitos fue reprimida el 15 de noviembre de 1922 con una escandalosa matanza de trabajadores.

 Reconociendo esa trayectoria de luchas del incipiente proletariado ecuatoriano, la Revolución Juliana de 1925, además de modernizar al Estado, institucionalizó la atención a las clases trabajadoras mediante la creación del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, la Caja de Pensiones, la expedición de las primeras leyes laborales e incluso la introducción del impuesto a la renta, del que fueron excluidas las clases asalariadas. Tras esos primeros esfuerzos, fue la Constitución de 1929 la primera en reconocer los derechos laborales y recién en 1938 se dictó el Código del Trabajo, que consagró los principios fundamentales de protección a los trabajadores y las garantías básicas de sus derechos.

 En décadas posteriores se incorporaron nuevas instituciones y derechos para la protección a las clases trabajadoras del Ecuador. Creció la idea de que el desarrollo económico nunca sería suficiente sin crear condiciones de bienestar para la mayoría nacional. Sin embargo, la resistencia de las clases concentradoras del poder económico no logró revertir las herencias históricas de la marginación, la pobreza, la miseria, el desempleo, el subempleo, la difícil situación de los trabajadores ocupados y la escandalosa concentración de la riqueza en minorías dominantes.

LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL CONTEMPORÁNEA

Cuando en 1979 se inició la actual fase constitucional del Ecuador hubo grandes esperanzas nacionales, pues tras una década de dictaduras militares, se confió que la democracia traería mejoras para las clases trabajadoras del país. Esas esperanzas fueron frustradas por la imparable crisis económica que sobrevino, acompañada por el progresivo afianzamiento de un “modelo empresarial de desarrollo” que postergó la atención a los trabajadores del país.

Dirigentes de las cámaras de la producción y altos empresarios ligados a ellas se convirtieron, desde 1979, en fuerzas económicas poderosas que tuvieron determinante influencia en el Estado y que incluso actuaron políticamente censurando y atacando gobiernos reformistas (J. Roldós, O. Hurtado y R. Borja) o apoyando y sosteniendo gobiernos identificados con el “neoliberalismo” y los intereses empresariales (L. Febres Cordero, S. Durán Ballén y los sucesivos gobiernos entre 1996 y 2006). Estos sectores de empresarios políticos contribuyeron a edificar el neoliberalismo criollo, considerando “moderno” y hasta de interés nacional el retiro del Estado, la vinculación abierta al mundo globalizado y, sobre todo, la “flexibilidad laboral”.

La imparable actuación de esas elites empresariales progresivamente condujo a un retroceso en los derechos y principios conquistados por el país a favor de sus clases trabajadoras. Se impuso así la precarización sistemática de las condiciones laborales con nuevos instrumentos como el trabajo por horas, la tercerización, el uso de los contratos civiles en lugar de los contratos laborales, la rigidez salarial, la debilitación del sindicalismo, etc. Aparecieron prácticas abusivas como los contratos individuales añadidos con la renuncia previa del trabajador, la no afiliación a la seguridad social e incluso el incumplimiento en el pago de las mensualidades deducidas a favor del IESS, burlar el pago de horas extras, boicotear el reparto de utilidades, emplear trabajadores bajo sistemas de rotación que desvirtúan la contratación individual y la estabilidad, diversas formas de “acoso laboral” (moobing), etc., unidas a otros escandalosos procedimientos para evadir y eludir el pago de impuestos y particularmente el de la renta. Todo ello bajo la conservadora idea de que la “baratura de la mano de obra” debía ser una “ventaja comparativa” en el país, a fin de competir con éxito en el mercado internacional.

La precarización de las condiciones laborales en Ecuador durante casi veinticinco años fue muy grave para las clases trabajadoras del país. A ello se sumó la sistemática caída de los índices sociales y la desestructuración del rol del Estado tanto en el gasto social como en la atención a los sectores populares. Ecuador llegó a gastar la cuarta parte del promedio que América Latina destina al gasto social y surgió un fenómeno histórico sin precedentes: la migración de ecuatorianos al exterior en búsqueda de mejores condiciones de vida y trabajo.

CAMBIOS Y DESAFÍOS

Desde 2007 el Ecuador inició un ciclo histórico-político distinto al que vivió en los pasados lustros, gracias al nuevo proceso constituyente que condujo a la expedición de la Constitución de 2008. Con ella y con las orientaciones gubernamentales, el modelo empresarial de desarrollo concluyó. Se recuperó el papel del Estado para orientar la economía e impulsar la atención social, con avances en los derechos de los trabajadores, pues, entre otros logros, gracias al Mandato Constituyente No. 8 sobre el Trabajo, se puso fin a los más escandalosos abusos empresariales y a las leyes “flexibilizadoras” sobre el trabajo por horas y la tercerización.

En los últimos seis años, bajo el marco de la nueva institucionalidad, que sustenta democracia, libertades y derechos, las políticas gubernamentales han logrado sustanciales mejoras sociales y laborales, reconocidas por las entidades internacionales más serias como CEPAL y ONU. Esos avances también se han traducido en innegable respaldo electoral y político al gobierno del presidente Rafael Correa, de manera que las voces de sectores meramente críticos y opositores al régimen han quedado seriamente devaluadas, por circunscribirse a círculos carentes de respaldo social y, sin duda, ajenos a las nuevas realidades que vive el país.

En razón de los avances económicos, los logros sociales y la institucionalización democrática, Ecuador ha pasado a constituirse en un referente internacional, con un gobierno que, además, se identifica con la Nueva Izquierda Latinoamericana.

Juan J. Paz y Miño Cepeda
Doctor en Historia / Taller de Historia Económica – PUCE
http://puce.the.pazymino.com

FUENTE: http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=196136

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