La Sal Quiteña es una mezcla de facilismo y picardía llamada precisamente la “picardía criolla” o también “viveza criolla”, tal picardía o “viveza”, incluye a toda la sociedad y se caracteriza por el facilismo y por el ejercicio excesivo de la astucia.
Suma rasgos positivos: la capacidad de improvisar y el ingenio en general (destacándose la inventiva, el sentido del humor y la sociabilidad).
Viveza Criolla
La viveza criolla originalmente se la dio a conocer en argentina y fue la plataforma para que culturas ajenas a esta opten la nueva ideología argentina y la lleven a su país de acuerdo a la cultura que se encuentre en los mismos.
La viveza criolla tiene un efecto antisocial, segrega resentimiento y envenena el respeto mutuo. Pone en evidencia una vanidad extrema y un afán de superioridad a costa del prójimo. Los demás humanos -que sufren los impulsos del vivo- se llaman zonzos o giles.
El considerado “vivo” se siente el centro del mundo; si las cosas le salen mal, la culpa la tiene otro. Proclama que todo lo sabe y todo lo puede. El vivo aparenta inteligencia, conocimientos, brillo y ejerce seducción. Pero se basa en la mala fe, el engaño y la inmoralidad. Es un maestro del fraude, que empaqueta en fina seducción.
Un rasgo básico es que el vivo no cree en la justicia. Para el vivo, la honestidad es una palabra hueca, ingenua, arcaica. Necesita burlarse de alguien y para lograrlo vale todo: mentir, aprovecharse de las debilidades ajenas o empujarlo hacía el ridículo.
“El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo“
Piropeando
El piropo es una vieja tradición quiteña que combina la galantería y picardía en la mutua conquista de hombres y mujeres.
Sutileza, elegancia, picardía en unos casos y, en otros, cierto desdén. Son algunas características que hacen que el piropo sea una alternativa diferente para conquistar a una mujer o en la actualidad a un hombre también.
El piropo permite tener un contacto directo entre un hombre y una mujer. Es una forma viva y divertida de coquetear con la pareja. O también expresar rechazo o tristeza, pero eso sí sin caer en lo grotesco.
Algunos ejemplos:
“Ojitos de capulí, piel de durazno, boca jugosa como sandía, déjeme entrar en su frutería”
“Al pie del balcón florido, te canto esta serenata, yo quiero ser su marido, porque esta pasión me mata”.
“Amorcito, flor de yuyo, regálame un besito, este pechito será tuyo”.
“En estas fiestas de Quito, yo buscó a mi alrededor a un quiteño bonito, que me regale su corazón”,
“Chulla quiteñito, ojitos de capulí, cuando tú me miras, siento que tu amor es para mí”,
“Muñequito de mi vida, dueño de mi corazón, cada vez que tú me miras, se me sube la presión”,
‘Al otro lado del río, te he de echar un silbidito, si escucha tu mamá, dirás que ha sido un pajarito”.
Fuente: https://revistaelchulla.wordpress.com/la-sal-quitena/